viernes, 8 de mayo de 2015

Cuando un paciente se encuentra en una situación grave, apoyar a su familia en su necesidad de estar cerca al paciente es un deber. No es solo el paciente, sino su familia la que vive y padece la enfermedad. 

En ocasiones la culpa por sentir o creer que se les está abandonando, o que no se está haciendo todo lo posible al estar a su lado, puede generar duelos patológicos.



Si lo único que nos interesa es la enfermedad olvidándonos de quien la padece, nos faltará todo!
Acompañar a un paciente, sea grave o no su situación, implica comprender que sus necesidades no son solo físicas, son emocionales y espirituales en muchos casos. 

Pero estas necesidades no son "medibles" en indicadores, como sí lo son las físicas. Los miedos, las emociones, los afectos, su sentido de la vida son absolutamente indispensables en la comprensión de los seres humanos. 

Es claro que las necesidades físicas como el dolor, deben tenerse en cuenta, por supuesto! De hecho cuando atiendo a un paciente lo primero que observo es cómo se encuentra físicamente. De ahí dependerá la herramienta terapéutica para ser usada según el momento que vive el paciente. 

El paciente y su familia necesita comprender y adaptarse al proceso de su enfermedad y así tomar sus decisiones.


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